Tras el descubrimiento de América, los españoles, entre otras muchas cosas, introducen en Europa el azúcar de caña (*). El resto de potencias europeas (Inglaterra, Francia, Portugal) hacen lo propio en sus colonias y en el siglo XVII el azúcar se toma en todo el mundo. A los lógicos problemas dentales de la época, por la falta de higiene, se añade ahora el mejor aliado para las caries y la profesión de dentista comienza a ganar prestigio.

Las primeras prótesis dentales podían ser de madera, porcelana y, sobre todo, marfil y los dientes que en ella se incrustaban eran piezas de animales, de condenados a muerte e incluso de alguna profanación de tumbas. Cumplían, a su manera, estéticamente pero poco más. Los dientes utilizados dejaban mucho que desear y eran difíciles de conseguir. La gran «revolución» de los dientes postizos se produjo con la batalla de Waterloo (1815).
Batalla de Waterloo
Napoléon salió derrotado y en el campo de batalla quedaron unos 50.000 soldados muertos de ambos ejércitos. La mayoría de estos soldados eran jóvenes y estaban sanos sinónimo de dientes sanos. A la mayoría de ellos, antes de enterrarlos, se les sacó los dientes que, en su totalidad, fueron a parar «al mercado inglés». A este tipo de dentaduras se les denominó «Waterloo Teeth» (dientes de Waterloo) y durante varios años se siguió llamando así a todas las dentaduras postizas elaboradas con dientes sanos, independientemente de su procedencia.
Era todo un lujo llevar una «Waterloo Teeth».
(*) El azúcar de caña fue introducido en América por los españoles en 1498.
Fuentes: BBC, A Web of English History, Crisol
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