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Archivos Mensuales: junio 2019

LA SEVILLA DESCONOCIDA

LA SEVILLA DESCONOCIDA

Por: Jose Manuel García Bautista

Es Sevilla una gran desconocida, sabedora de sus secretos insondables juega con su visitante a mostrarle sus encantos más superficiales guardándose para si aquello que realmente no desea mostrar…

Sevilla, perla del Guadalquivir, crisol de culturas, de rancios defensores de la fe y enriquecedores pobladores árabes que tanto dieron y dejaron a una tierra que jamás podrá pagar su deuda con el saber de aquellos musulmanes más preocupados de dar cultura que de hacer la guerra.

Sevilla, flor de primavera de una piel de toro hastiada de la desidia del ibero que transforma su mundo gracias a la fuente de la eterna juventud que baña sus riberas… Eterna juventud que sigue y persigue a aquellos que dejaron un legado de muerte, desolación, tragedia o amores mal pagados tras de sí… Y son ellos los que constituyen los llamados como lugares malditos y embrujados de esta ciudad eterna que recela del curioso y veta al que quiere descubrir estos secretos de su corazón misterioso. Allá donde el tiempo parece haberse detenido para revivir una y otra vez estas historias personales evocadoras de recuerdos que hoy desafían a la lógica trasgrediendo con sus evanescentes tragedias las barreras del espacio y del tiempo. Son los lugares malditos y embrujados de una ciudad hechizada por sus apariciones, por el recuerdo que reverdecen cada día los lúgubres espectros que se aparecen para pedir ayuda, para indicarnos un camino o que en su desesperanza ya se limitan a pasear, sin más, por aquellos mismos lugares por los que lo hicieron en vida. Lugares malditos embriagados del sabor de un romance trágico, de doncellas moribundas por un amor falsamente correspondido, de ilustres fantasmas que pagan la culpa de una vida oculta tras las cortinas de la ejemplaridad… Fantasmas de otro tiempo que hoy nos dejan un mensaje de esperanza y sorpresa.

Comenzamos a caminar por esta Sevilla nuestra, esta vez cediendo el peso y el protagonismo a los testigos y víctimas del misterios, a aquellos que vivieron para contarlo, a aquellos que supieron sobreponerse a una experiencia paranormal o a aquellos que fueron testigos de lo imposible. Este paso por los lugares maldito y embrujado será un paseo por las historias ya no anónimas de esos muchos sevillanos que un día nos las quisieron contar, que un día lo quisieron compartir, este es un camino dedicado a ellos por qué es un camino de testimonios donde el investigador es un mero cronista que no se vincula emocional o afectivamente con ninguno de los casos, es un camino aséptico donde los protagonistas son los propios testigos con sus vivencias y testimonios reales. Comenzamos a caminar retomando un camino iniciado por aquellas casas y edificios encantados para fascinarnos con el legado maldito de aquellas brujas que en sus aquelarres sevillanos o en la purificadora llama de la hoguera profirieron contra sus delatores o contra su lugar de morada… Retomamos aquel primer viaje para seguir mostrando al sevillano, al visitante o al ciudadanos del mundo aquellos otros lugares que debe visitar pero en compañía… Comenzamos a caminar por esos edificios y casas encantadas, embrujadas o malditas que esta ciudad y estos autores intencionadamente olvidaron pero que no quisieron dejar atrás. Vayamos juntos en busca del misterio y descubramos juntos lo mucho que Sevilla tiene que mostrarnos de su historia oculta, de sus espectros olvidados y reales como la vida misma.

Sevilla no sería nada sin estas historias reales que vuelven a visitarnos y a hacernos compañía mientras visitamos viejas casas solariegas, vetustos palacios que nos muestran el esplendor de otra época o modernos edificios asentados sobre terribles maldiciones… ¿Qué sería de cualquier ciudad sin estas historias que nos llenan de temor y alimentan nuestra imaginación?

Es la Sevilla maldita, la Sevilla hechizada, la insondable, la más desconocida, la más añeja, la más añorada. Aquélla a la que aún no se le ha ido el aroma eterno a azahar, el polvo de los canteros que tallan cada palmo de piedra catedralicia, aquella a la que aún no se le olvida las llamaradas de la hoguera, aquella de los grandes descubridores y conquistadores cuyos cascos ecuestres aún resuenan sobre el pavimento adoquinado, aquélla de los mil rezos arzobispales en viejas capillas o de visitantes de ultratumba con un secreto que mostrar…

Sevilla, la perla del Guadalquivir, rincón de vida, cuna de emperadores, paladín del Descubrimiento, cónclave de la Inquisición, rebelde en la invasión, la de los señoritos y los “señoritos”, la de la modernización y hoy la pretendida Sevilla futurista por llegar… Algunos nos quedamos con los recuerdos del pasado de un ciudad que nos los sigue mostrando en el presente…en un evanescente presente…

¿Recuerdan aquel primer suceso recogido en los anales históricos de esta ciudad sobre la aparición espectral en la Capilla de San Onofre? Aquel primer hecho fantasmal recogido en la Historia de Sevilla, y ciertamente real, tuvo como protagonista al noble Juan de Torres en esta capilla ubicada en la Plaza de San Francisco junto a nuestro particular ayuntamiento. Corría el año 1600 y quedó reflejado en la crónica del convento, aquella aparición del más allá, de ese temido otro lado se despidió de nuestro sorprendido protagonista diciéndole: “Gracias, hermano, por el gran favor que habéis hecho a mi alma. Yo soy fraile de este mismo convento, que por negligencia dejó de oficiar una misa de difuntos que me habían encargado, y habiéndome muerto sin cumplir aquélla obligación, Dios me había condenado a permanecer en el purgatorio hasta que satisficiera mi deuda. Pero nadie hasta ahora me ha querido ayudar a decir misa, aunque he estado viniendo a intentar decirla, durante todos los días de Noviembre, cada año, por espacio de más de un siglo…”

Pero Sevilla es una suerte, un azar cual sorprendente caja de Pandora y nos da otra perla de su pasado, de los fantasmas de su pasado reflejados en olvidadas crónicas que nos advierten de su existencia nuevamente deslizándose a nuestro presente desde su alejado pasado… A aquella alejada aparición en la Capilla de San Onofre le seguiría otra no menos sorprendente en 1693, recogida en el tomo 1 del Archivo Histórico Municipal y que nos dice: “Testimonio de una extraña aparición recogidos de los propios testigos del suceso ocurrido en el año 1693”. Y este apasionante documento sigue su relato espectral de esta forma: “Testimonio: Pedro Erinel, vecino de Sevilla, dijo que estando en casa de don Luis de Marín oyó dos noches consecutivas un ruido grandísimo en el jardín de la casa, tanto que parecía perderse todo, y este ruido lo oyó también Francisco Pérez, paje. Y me dijo que parecía una gallina alborotando, o cosa de duendes y yo le dixe que aunque fuera duende, cosa de la otra vida o del infierno, que yo con cualquiera hablaría, teniendo fe en Dios y en su Santísima Madre, y con la Santa Cruz con unas reliquias que conmigo tenía. Y así me subí a la azotea para ver el jardín, y lo vi y las partes más avanzadas de la casa. A la segunda noche se repitió y bajándome de la azotea a la cocina me senté solo en ella a beber un cuenco de agua, y me pareció que se me vandaba la vista y me oprimía y me apretó tanto que me llenó de miedo y lanzando un grito salí de la cocina llamando Jesús y María. Esa misma noche oí desde mi cama varias voces, y golpes muy parecidos a la cabada del patio”. Este fascinante relato prosigue añadiendo: “Y otra noche sentí afuera de la sala muy parecido al de las tres anteriores, y golpes en la puerta, las cuales don Domingo Aldana Criado me dijo que también había oído con algunos golpes. El sábado 2 de Mayo de 1693 a las nueve y media de la noche estando ya acostado sin que dejara caer la cabeza en la almohada oí la en la puerta unos golpes muy rezios, y sentí un viento muy fuerte, como un huracán desesperado y entonces me senté en la cama y vi una mujer con un hábito negro que se traslucía otra cosa blanca que había detrás de la cabeza, con puntos sobre la frente, la cara redonda, muy triste y afligida, que se paseada por la sala, y llegando cerca de los pies de mi cama, y estando cara a cara conmigo la vi clara y distinta con la luz que tenía detrás del velo, como de cristal, y le dije: “Si vienes de parte de Dios dime qué quieres”. Y entonces ella me respondió con viva voz: “Dile a Luis que soy la madre, que mande a decir cincuenta misas para salvar mi alma. Y que si tú no haces esta diligencia o él no manda decir las mismas viviréis muy poco”. Cuando desapareció sentí un gran escalofrío, y se lo dije a Don Domingo Aldana. Y yo José de Aldana Criado digo que es verdad todo lo que aquí dice es cierto y así me lo dijo y por verdad de su declaración lo firmo: Firmado Francisco José Aldana Criado”.

La impresión de aquel encuentro y la maldición que pesaría sobre nuestro histórico testigo fue suficiente para que se celebraran aquellas cincuenta misas por el alma de la aparecida, pero aún tenemos un segundo testimonio que añadir a este curioso suceso de 1693, dice así: “Testimonio II: Fray Diego Diego Pérez, digo que paro en casa de don José Aldana, y la noche del sábado 3 de Mayo al tiempo de acostarme en la sala oí un gran ruido, y sentí pisadas, y saliendo al comedor vi una mujer al mirar el balcón, y la vi solo de la cintura para arriba vestida como un ángel, con una toca de cristal la cara más redonda que larga, con las manos como dos fundas, la cual como si vigilara me estuvo mirando, desapareció, y vi entonces tres fantasmas, y para examinar lo que era fui a la sala y tomé un espadín y fui al balcón y no halle cosa ninguna; como sería de diez a once de la noche me acosté y no vi más. La noche del día 10 de Mayo al tiempo de irme a acostar no habiendo perezón alguno con la puerta de la sala oí un golpe en la puerta misma tan grande que me he desmayado y no oí más. Por verdad lo juro por Dios y esta cruz, y para que de ello conste lo firmo de mi nombre. Sevilla 12 de Mayo de 1693. Firmado: Fray Diego Pérez”.

Si alguna vez pasean por el centro de Sevilla, sin nuestra compañía, y se sumerge en el interior del Barrio de Santa Cruz y se deja llevar por sus callejuelas sin fin en un laberinto tan intrincado como la propia vida tenga cuidado…Allí se enclava este edificio que guarda en sus entrañas el espectro de una vieja dama, de una vieja religiosa que paga la osadía con su traslúcida manifestación a aquellos que no han acabado de creer en ese temido otro lado…

Por las viejas galerías de nuestra Catedral, de nuestra “montaña de piedra” como la llamaban en la antigüedad, también se puede tropezar con la sombría figura de un canónico casi identificado…para unos se trata el espectro de Baltasar del Río y para otros del cardenal Cienfuegos, sea como fuera, si lo ve por aquellas sombrías estancias o el algunas de sus capillas saliendo de una espesa y fría bruma, no lo moleste, incline su cabeza en señal de respeto y déjele caminar en sus tribulaciones por qué lo que ve pertenece a otro mundo que no es el de los vivos…

 

LA CASA ENCANTADA DE HELIÓPOLIS

LA CASA ENCANTADA DE HELIÓPOLIS

Por: Jose Manuel García Bautista

Objetos que cambian de lugar, bruscos descensos de temperatura, extrañas presencias, orbes de luz, ruidos extraños, muñecos que hablan sólo o que parecen cobrar vida, es el apasionante fenómeno de las casas encantadas y esta que se localizaba en el barrio de Heliópolis.

Los fenómenos paranormales, o extraños, los podemos encontrar en todos sitios, algunos sin explicación y otros atienden a un vínculo estrecho, emocional o sentimental, con el lugar. Quizás sea ese vínculo el que provoque, con el paso del tiempo, hechos que son difíciles de explicar.

Se llaman casas encantadas o casas embrujadas a aquellos inmuebles, pisos o edificios en cuyo interior se produce una clara y evidente fenomenología paranormal o sobrenatural. Habitualmente todo ese conjunto de fenómenos inexplicables producidos en su interior es atribuido a la presencia de fantasmas o poltergeist, a falta de otra explicación que resolvieran los fenómenos que se manifiestan en el mismo. Su denominación varía, de casas encantadas, embrujadas, infestadas, endemoniadas, del terror, del miedo… Pero todas ellas comparten un punto en común: los fenómenos análogos que se producen en su interior.

Uno de esos hechos cuya fenomenología podría vincularse a un lugar determinado donde una familia vivió buena parte de su vida es al lugar al que les quiero llevar en el barrio de Heliópolis. Para ello contactamos con una persona, Francisco, que será el principal narrador de una serie de sucesos que, cuando menos, son llamativos.

En una tarde tranquila, junto a una buena amiga, tuvimos un encuentro en el que me comentó lo que había vivido en su interior. A mi pregunta sobre el pasado del sitio me respondió: “Por lo que sabemos, la primera edificación data de los años 20 del pasado siglo y debió consistir en una casa en planta baja no muy grande con algo de jardín. No sé nada de los primeros propietarios del inmueble, aunque estoy casi seguro de que antes de dicha construcción, el terreno se dedicaba a huerta o a campo de cultivo.

Mi familia materna la adquirió en 1.940, y en el año 1.955 se hizo una gran reforma ampliando en la casa hasta ocupar la totalidad de la parcela en planta baja y alta; se configuró con un amplio patio cubierto por una montera de cristal. Mis padres la ocuparon, tras su matrimonio en 1.962, y residieron en la misma hasta su fallecimiento”.

Valorando algunas circunstancias Francisco explicaba: “Desde siempre la edificación producía un efecto incómodo a sus habitantes (mi padre, ajeno a estos temas, decía que nunca se había sentido a gusto en ella), a pesar de su bonito estilo constructivo: andaluz en la zona del patio y la fachada, y a la inglesa con chimenea y mucho uso de madera en la zona interior”, recordando la estética interior y las impresiones de su progenitor.

Pero ya “pasaban cosas raras” así “los sonidos de pasos en la azotea, durante la noche, eran habituales y causantes de muchos terrores infantiles nocturnos, que los mayores explicaban como “paseos de gatos”. Pese a su indudable similitud con los pasos humanos y al hecho de que, durante el día, no se observara ningún gato en el vecindario”, explicaba.

Para encontrar una explicación razonable, dentro del campo de lo paranormal, a todo lo que en ellas ocurre tendríamos que revisar concienzudamente el inmueble –para descartar toda hipótesis racional y dar paso a la paranormal-, buscar posibles evidencias de desajustes eléctricos, campos magnéticos, infrasonidos, ultrasonidos, fraudes, roedores y un sin fin de explicaciones. Al final tenemos lo más improbable, que en este caso es lo más posible: el fenómeno paranormal.

Buscaremos en el pasado del edificio o de sus moradores cualquier indicio de hecho violento o luctuoso que pudiera encajar con las descripciones, testimonios o relatos que de un lugar encantados nos realizan y que haya podido canalizar los fenómenos como desencadenante.

En ese mismo testimonio, de gran valor, indicaba: “Como anécdotas más significativas de los años que viví en la casa destaca el día que se trajo un piano a casa y se instaló en el comedor. Mi madre comentó que lo oyó sonar a la mañana siguiente “como si alguien pasara la mano por el clavijero interior de las cuerdas”, encontrándose sola en casa y cuando ya nos habíamos ido al colegio. El sonido fue tan perceptible, que mi madre pensó que quizá alguno nos habíamos rezagado y nos habíamos quedado en casa jugando con el piano, en lugar de marcharnos al colegio a su hora.

Otro día, encontrándonos la familia viendo la televisión en la sala de estar, oímos claramente el sonido inconfundible de una moneda cayendo por los peldaños de la escalera interior que comunicaba con los dormitorios. La pared colindante de la escalera daba al jardín de la casa contigua, y por el otro lado era contigua con la sala de estar, pasando por detrás de la chimenea. La moneda tintineó en el último rellano y me levanté para ver qué había pasado. Ni en el rellano ni en la escalera había ninguna moneda, así que tras comentar a mis padres que no había nada, seguimos viendo la televisión tranquilamente sin hablar del tema”.

El testigo sigue recordando: “En otra ocasión, me desperté al amanecer y al poco pude escuchar un gran estruendo en el patio de la casa, como si una gran viga metálica hubiera caído desde gran altura al suelo. Me levanté y me asomé por la galería de la planta superior y todo estaba tranquilo, cuando el estruendo se repitió en la zona de mi dormitorio. Nadie más que yo pareció oír el ruido, así que me volví a acostar hasta que llegara la hora de levantarse”.

No fue la única ocasión en la que ocurrió algo así: “Un fenómeno parecido se repitió recientemente cuando la casa estaba en venta y la estábamos enseñando a diversos posibles compradores. Mi hermano acababa de despedir a uno de esos potenciales compradores sobre las dos de la tarde, cuando al cerrar la puerta del zaguán, oyó un gran estruendo en la zona de los lavaderos en la planta superior. Según me contó, el estruendo fue de tal intensidad que pensó que esa zona de la casa se había venido abajo, por lo que subió por la escalera interior (otra escalera comunicaba directamente el patio con los lavaderos), tapándose la nariz y la boca con un pañuelo para protegerse del polvo y de los escombros que pensaba encontrar. Sin embargo, todo estaba en orden y tras revisar la casa de arriba abajo incluidos la azotea y el castillete, no pudo encontrar nada que explicara el estruendo”.

En las casas encantadas se presentan igualmente unos “síntomas” que nos pueden hacer sospechar de una posible infestación (que es como se le denomina), estos son:

Fenómenos ópticos: fenómenos luminosos, orbes o extrañas luces en forma, bolas de luz que se desplazan, sombras y pirogénesis (combustión).

Fenómenos olfativos: sensación de olores extraños (buenos o malos olores dependiendo de la naturaleza de la entidad).

Fenómenos físicos: desplazamiento de objetos sin que nadie actúe sobre ellos de forma física visible, se manifiestan con movimientos de lámparas, cortinas que se mueven, jarrones que se rompen o estallan, caída de objetos y todo lo que implique el movimiento de cualquier de los enseres de la casa.

Fenómenos acústicos: psicofonías principalmente o voces audibles que percibe nuestro oído y que sin embargo no proceden de ninguna persona. Raps (repiqueto o castañeteo).

Fenómenos atmosféricos: bajadas bruscas de temperatura.

Materialización de objetos: aportes.

Robo de energía: baterías que se descargan o luces que presentan un comportamiento anómalo.

Apariciones: visión de sombras con forma humana e incluso apariciones de personas fallecidas, pueden ser los que desencadenan el fenómeno en el interior del inmueble presuntamente encantado.

Con tal actividad los recuerdos afloran a la mente de Francisco: “Otro suceso difícilmente explicable, para mí, ocurrió un día en que yo visité la casa junto con mi esposa una tarde de verano. Llamé al timbre como tenía por costumbre y tanto mi esposa como yo pudimos oír la voz de mi madre que desde el balcón de su dormitorio en la planta superior decía: “ahora bajo”, dejando caer la persiana de madera sobre la barandilla. Como tardaba en bajar, ante el temor de que hubiese sufrido algún percance, abrí la puerta con mis llaves encontrando la casa vacía. Sólo el perro, que era extremadamente escandaloso cuando nos veía, se acercó a nosotros tristemente y después se marchó tranquilamente hacia el patio. Tras una llamada de móvil contacté con mi madre que se encontraba de compras tranquilamente, y tras comentar lo sucedido con mi esposa, decidimos marcharnos sin esperarla”.

El cine o la televisión nos muestra estos edificios encantados como viejos castillos ingleses, o un alma en pena que vaga por su interior purgando eternamente su culpa o alguna suerte de casa “inteligente” que –únicamente- parece encontrar consuelo asustando a los moradores que lo habitan. Muy lejos de la realidad ya que una casa encantada puede ser cualquier inmueble que por causas aún desconocidas se comienza a manifestar una actividad, presuntamente, paranormal que no llegamos a comprender, puede ocurrir en un edificio antiguo o de nueva construcción.

Reflexionando sobre todo ello nuestro testigo afirmaba: “Aunque aquí he reseñado mis principales recuerdos, creo que cada habitante de la casa ha tenido sus propias experiencias, que quizá no nos hemos contado”.

Posiblemente nos encontramos ante un inmueble que, por sus características, por su pasado, haya quedado “impregnado” –según nos dicen los expertos- de esas mismas emociones y sentimientos, quizás aflorados todos ante la venta del mismo, quizás como una llamada de atención, una protesta o una liberación.

Cuando en una casa se han tenido tantos recuerdos es normal que se produzca esa explosión de sonidos máxime cuando hay una vivencia anterior intensa y muy emocional.

¿Se trata de una casa encantada? No creo, pero si es cierto que son los inicios y que pese a todo puede dar lugar a una amplia fenomenología que podría derivar en ello.

¿Y ahora qué? Ahora la casa está vendida y la demolición es una realidad, una nueva construcción y, tal vez, “matar” a un fenómenos que siempre habitará en ese lugar, que puede esperar su momento para atacar –en el sentido de la manifestación- nuevamente pese a la nueva construcción o, por el contrario, quedar silenciado para siempre.

Se han hecho populares en estos últimos años, su visión o sólo insinuar la cercanía de una de ellas puede provocar sentimientos y sensaciones enfrentadas… Objetos que cambian de lugar, bruscos descensos de temperatura, extrañas presencias, orbes de luz, ruidos extraños, muñecos que hablan sólo o que parecen cobrar vida, es el apasionante fenómeno de las casas encantadas y esta que se localizaba en el barrio de Heliópolis.

 

LA TRAGEDIA DE CHERNOBYL

LA TRAGEDIA DE CHERNOBYL

Por: Jose Manuel García Bautista

(Fragmento de «Las Lágrimas del Tiempo, Absalón Ed. 2010, Jose Manuel García Bautista)

1986 será una fecha que el planeta Tierra jamás olvidará… Junto con las japonesas Hiroshima y Nagasaki el nombre de Chernobyl (Ucrania) es una de esas ciudades marcada para la eternidad por la tragedia del átomo, la tragedia nuclear que marcará aquel lugar durante los próximos 24.000 años…

Sucedió un 26 de Abril de 1986 cuando hizo explosión el reactor número 4 de la central nuclear sobre las 1:23 horas de la mañana. Esta detonación provocó la inmediata liberación de enormes cantidades de material radiactivo, en forma de polvo mortal, a la atmósfera. Esta nube radioactiva se detectó en la lejana Suecia (el 27 de Abril se encontraron partículas radiactivas en las ropas de los trabajadores de la central nuclear de Forsmark a unos 1100 kilómetros de la central de ucraniana) durante la comprobación rutinaria en la atmósfera por parte de un operario de la central nuclear sueca, las autoridades soviéticas no informaron del accidente nuclear hasta días después de la tragedia… La nube radioactiva contaminó grandes extensiones de Bielorrusia, la Federación Rusa y Ucrania, y afectó seriamente a la población local.

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